jueves, 6 de noviembre de 2008

La Limpieza.

Una o varias cajas tienen en su interior parte de mi vida.
Tienen demasiados abrigos tuyos y demasiadas quejas mías porque los regales.
Tienen ositos que, algunos tuyos o míos, no abrazaron durante muchísimas noches.
Hay algunos regalitos, algunos discos, algunas canciones...
Hay en esta casa tanto de vos que me hace llorar cada 15 minutos, y me dan ganas de rebobinar este puto reloj algunos meses y frenar todo...antes de que lastimara.
La puta lista de reproducción del Ares no deja de hacer sonar las canciones con las que garchabamos y los borro y vuelven y no se.
Llego de una linda tarde y procuro ordenar, limpiar.
Llego de una linda tarde y termino llorando, por vos (o por lo lindo que dejaste acá).
Muero de ganas de que me toques el timbre, que me digas que queres pochos y una peli como las que solíamos ver en la cama con la notebook. Muero de ganas de que mueras de ganas de detener este proceso de mierda en el que me metí por cuidarme.
Muero de ganas de que me mires y me digas que soy tu cochinilo, y que siempre me vas a cuidar, porque pilinos y cochinos hay solo uno de cada uno, y que por eso estan juntos. Y quiero la historia del tacho de basura y la del concurso de cerdilos.
Quiero que me beses muchísimo.
Pero quiero que me beses como antes. Me sentía tan tuya.
No quiero sentir más que limpiar es un chau, aunque así tenga que ser, morocha.

Limpio y noto el espacio. Limpio y noto tu ausencia.
Limpio y me doy cuenta de que en la cocina hay más gluten que restos de sonrisas tuyas...

Y sigo sola. Y definitivamente lo que necesito de otros no está.
Y sigo esperando tu impulso de retenerme....Impulso que podría esperar definitivamente, sentada de ser posible.

(Ahora a limpiar el corazón triste, que es lo más jodido de todo).

1 comentario:

Angie dijo...

que maravilloso.
todo eso que dijiste