Desde hacía un largo rato que recordaba un sueño. Bah, uno, los demás se perdían en el camino.
Con cierta rabia por creer que había perdido la capacidad de conectar con mi inconsciente, me despertaba todos los días para ir al trabajo.
Ya no voy más a la oficina, y que loco, porque, durmiendo lo mismo o menos (a causa de que mi gata no deja de llorar), pude soñar y hasta recuerdo lo que soñe.
Ahora mi problema empieza cuando me doy cuenta de que soñar cosas que me dejan de mal humor tampoco está bueno.
Entonces... cual cobarde que se esconde detrás del escudo antes de que vengan a atacarlo (?) preferiría no recordar los sueños, pero, cual valiente que pone el puño ante el primer problemita, preferiría seguir recordándolos y aprender a aceptarlos.
Cobarde y valiente dentro de un mismo alma.
No dejo de contradecirme.
lunes, 24 de noviembre de 2008
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