lunes, 14 de septiembre de 2009

Los besos que son solo de beso.

Tengo pegados a la piel besos con sabor solamente a beso. Si, redundante así como cuando digo que no me gusta el pescado porque huele a pescado no me canso de afirmar que esos besos saben solo a beso y nada más.
Ando un poco cansada de andar regalando labios. Un poco sintiendo desprecio después de actos mecánicos (y con toda la seguridad de no sentirme menos sensual o divertida por eso) estoy cuasi segura de que prefiero evitar roces y mordeduras labiales con esencias que no me mueven más que a jugar a que me mueven. Hola, si, me haces reír. Hola, si, la verdad es que bailás re bien. Hola, si, soy lo que quieras que sea por un rato para divertirme y hacer de cuenta que (y la puta madre, ahí ya te enamoraste).
Y como dije algunas otras veces puedo ser la actríz perfecta. Puedo permitirme hacerte creer que la situación con vos es de lo más especial o que las cosas lindas que me decís me llenan la necesidad de otros besos que me ericen la piel (aunque no pueda responderte con los mismos alagos).
Pero ¿Sabés qué? No se me mueve más que la boca. No se me mueve más que el intelecto egocentrico y morboso dentro del juego egoísta de seducción banal.
Si, sueno como la peor mierda. Pero no es la intención del texto.
Es un poco esto de decirme a mi misma cuanto es que me gustó sentir un beso especial (y no se trata de ella, si no del recuerdo de que es genial el beso esencial).
Y si los besos intelectualmente sensuales, atractivos e interesantes (esos que no te hacen jugar el jueguito mental si no el físico-emocional) no llegan, comprate una muñeca inflable, que seguramente sus besos no tengan solo sabor a beso, si no más bien a plástico nuevo.

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