domingo, 5 de julio de 2009

La rareza.

El sol está extraño (o las nubes pueden extrañar un poco su rayo poderoso).
Mi gata no deja de observar por la ventana la rapidez con la cual se mueven los otros y el contacto del aire y sus partículas con el cuerpo que gira por el patio.
El vidrio de esa ventana está bastante sucio...
¿Cómo no confunde las manchas del vidrio con espectros sobrenaturales?
Quizás si lo haga, pero ella mira igual, y no le importa que es lo que confunde o no, si de todos modos no deja de ser algo que incorpora y no comparte. Poco hay de necesario en su vida de eso que perturba por hacer incapié en cuanto de verdad tiene(¿Y qué verdad?).
Puedo mirar la alfombra y ver claramente los espacios entre las ranuras de tela, que están apretadas como si viajaran en el subte a las nueve menos diez de la mañana de un día lunes en pleno invierno. Cabe la posibilidad de que entre ellas haya algún que otro bichito al igual que los virusitos famosos de los ultimos tiempos de los que tanto hablamos o nos cuidamos en el subte.
Y las hojas del laurel están cantando una canción de Massive Attack. La cantan a coro, hasta hacen las armonías, 2das, 3ras... 'Protection'... 'I stand in front of you I'll take the force of the blow'...
Las hojas no tienen miedo.
¿Yo? Yo observo, escucho, invento, analizo, juego, creo creer que creo. Mientras tanto le explico a mi panza que no le dí gluten a propósito y a mi alma que los golpes tampoco fueron a propósito.

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