Juguemos a que no decís nada de todo eso que siempre me alerta y entonces puedo fluír.
Probemos un poco de eso que no pasa por la razón antes que por el acto.
Hagamos de cuenta que mis dedos se convierten en hologramas y rodean tus curvas casi de manera invisible. (Si te das cuenta decime en qué parte te hace más cosquillas).
Entonces mientras sentís, respirás y afinás el aire en Do9, y puedo asegurar que sé con que fuerza sacar el mío para lograr la quinta dominante ante tu nota.
Y salís corriendo a buscar la paleta con pintura y sus muchos colores! (Y no hay pinceles y es lo mejor!!). Como si estuviéramos en el jardín pero admitiendo otra intensidad, el tiqui taca nos hace morir de la risa. Me rio tanto tanto que te veo cada vez más verde, y de a ratos púrpura, y cada vez me siento más azul. Te lleno la frente de dedos y mi redondo cachete tiene más formas que poros.
Ahora cerramos los ojos y adivina adivinador. Olvido que le tengo miedo a la oscuridad y dejo que la curiosidad por saber que textura tiene tu piel en esa parte que no veo pero que siento, me cuente un poco en donde estoy. Lo sabía! Entre el cuello y el hombro es así de suave, no podía equivocarme. Vos te reís, jaja. Te parece que todo lo que digo es inmaduro, y yo me río más porque concuerdo con tu teoría. Silencio. No digo más nada después de reír. Y te sorprende, porque soy experta en decir cosas para llenar espacios, por lo cual, cuando callo es señal de que confío.
Jugando confío en vos. Y vos confias en mis dedos hologramados, en mi respiración que responde a la tuya y yo vivo con cada uno de los colores que plasmas en mi cuerpo. No quiero que te vayas nunca de mi casa, porque nunca hubo tanta magia en el deseo real.
¿Quién nos quita las ganas de jugar?
- más allá de lo que después razonamos -

No hay comentarios:
Publicar un comentario